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  • Editorial: Imago Mundi
  • Temática: Cine
  • Páginas: 480
  • Año: 2017
  • ISBN: 978-950-793-256-4

Pantallas transnacionales

El cine argentino y mexicano del período clásico

Ana Laura Lusnich, Alicia Aisemberg y Andrea Cuarterolo (editoras)

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Retiro personal

Sinopsis:

La irrupción en los años sesenta del «nuevo cine» en distintos países de América Latina dio origen a importantes creaciones culturales. Una de ellas fue la de un tipo de reflexión enfocada ya no en los cines nacionales, sino en los elementos comunes entre esas películas nuevas, emparentadas por similares propósitos y condiciones de producción. Esta reflexión condujo pronto a un primer conjunto de textos en los que, en revistas y libros, se exploró ese territorio compartido. Por ejemplo, asociados al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano -cuya primera emisión tuvo lugar en La Habana en diciembre de 1979- se hicieron encuentros entre realizadores, productores y críticos que dieron lugar a discusiones y entrevistas recopiladas en diversas obras tal y como ocurrió con las Memorias del séptimo al undécimo Festival, que aparecieron entre 1986 y 1990 en los Cuadernos de Cine de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, por cierto una de las primeras colecciones de libros de este género publicadas en la región. En el mismo sentido, cineastas, escritores y críticos presididos por Gabriel García Márquez constituyeron a fines de 1985 en La Habana la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, uno de cuyos objetivos fue propiciar la investigación, la docencia, la conservación y la difusión de las obras cinematográficas latinoamericanas; siguiendo ese propósito, la Fundación editó en México los tres volúmenes de Hojas de cine. Testimonios y documentos del nuevo cine latinoamericano (VVAA 1988). Compartiendo la misma empresa de manera individual, ensayistas (que con frecuencia eran también realizadores) como el cubano Julio García Espinosa, el peruano Isaac León Frías, el argentino Octavio Getino, el mexicano Alberto Híjar, el boliviano Alfonso Gumucio Dagron y la estadounidense Julianne Burton, contribuyeron desde sus respectivos países, en las décadas de los setenta y ochenta, a reflexionar sobre el presente y el futuro de la cinematografía latinoamericana.

Pronto fue claro, sin embargo, que los nuevos cines se tocaban en numerosos puntos con el pasado, y comenzó a ponerse también atención a los procesos industriales y los desarrollos genéricos que, al precederlos, habían preparado en algún sentido las condiciones de su aparición. Ya en De los Reyes (1996)  la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano impulsó en Caracas la edición del libro Cine latinoamericano, 1896-1930, y poco después surgieron en Brasil, Argentina, México y Estados Unidos publicaciones acerca, por ejemplo, del melodrama (o «el cine de lágrimas», como lo llamó Silvia Oroz); de estrellas transnacionales como Dolores del Río y Carmen Miranda; de directores con trayectoria en distintos países, como Juan Orol, José Bohr y Luis Buñuel, e incluso de períodos en los que coincidieron en un lugar amplios contingentes de artistas hispanoamericanos, como registra Cita en Hollywood. Antología de las películas estadounidenses habladas en español. En esta muy prolífica segunda etapa de desarrollo de los estudios sobre el cine latinoamericano destacaron por su amplitud y profundidad las aportaciones bibliográficas del uruguayo Jorge Ruffinelli, el brasileño Paulo Antonio Paranaguá y la cubana-estadounidense Ana López, así como las del mexicano Eduardo de la Vega Alfaro y el español Alberto Elena; estos últimos además tuvieron un destacado papel en la creación de proyectos colectivos (revistas, posgrados, coloquios…), que posibilitarán el establecimiento de relaciones internacionales entre investigadores.

Ayudó en este proceso de apertura hacia nuevos temas y períodos la creciente legitimación académica de los estudios sobre cine. En los años ochenta algunas universidades de la región comenzaron a abrir espacios para programas educativos y centros de investigación, y desde estos se hicieron convocatorias para encuentros que usualmente contaron con publicaciones entre sus resultados. Fueron los casos, por poner solo un par de ejemplos, de los realizados en la Universidad de Guadalajara que condujeron a los libros Horizontes del segundo siglo. Investigación y pedagogía del cine mexicano, latinoamericano y chicano y Abismos de pasión: una historia de las relaciones cinematográficas hispano-mexicanas (De la Vega Alfaro 2009). Al mismo conjunto pertenece la presente obra que, editada por Ana Laura Lusnish, Alicia Aisemberg y Andrea Cuarterolo, culmina un proyecto, cobijado por la Universidad de Buenos Aires, que se extendió durante tres años y contó con más de veinte integrantes.

El proyecto tuvo entre sus acciones la realización de estancias de investigación y la organización de simposios internacionales; al más reciente de estos, celebrado en Buenos Aires en julio de 2016, asistieron ponentes de México, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina. Uno de los resultados perdurables del proyecto será así el conocimiento personal y el consiguiente establecimiento de relaciones de colaboración entre estudiosos de distintos países; otro, el amplio desarrollo del conocimiento en un campo que antes solo había sido explorado a través de aproximaciones aisladas.

Entre las aportaciones destacadas del grupo impulsor del proyecto destaca la elaboración de la lista completa de las películas mexicanas exhibidas en Buenos Aires entre 1925 y 1959 que, sumada a la de las argentinas proyectadas en la ciudad de México en ese mismo período y consignada previamente en la monumental Cartelera cinematográfica de María Luisa Amador y Jorge Ayala Blanco, permitirá hacer estudios comparativos sobre las relaciones entre las industrias de los dos países, relaciones que por cierto, como aprendemos en esta obra, fueron prácticamente inexistentes durante el cine mudo y cada vez más abundantes y sólidas con el correr de las tres primeras décadas del sonoro. Los capítulos de este libro dan cumplida muestra de que otra trascendente aportación del grupo es la diversidad de los temas abordados, que van desde las coproducciones y las remakes hasta la recepción crítica de las películas argentinas y mexicanas en los dos países, pasando por la circulación internacional de productores, directores, fotógrafos, guionistas e intérpretes como Luis Sandrini, Libertad Lamarque, María Félix, Zully Moreno, Marga López y Arturo de Córdova. De hecho, este abanico de acercamientos constituye probablemente el cuerpo más amplio de conocimiento publicado hasta ahora acerca de las relaciones entre cualesquiera dos industrias cinematográficas latinoamericanas.

El libro incorpora excelentes textos de investigadoras de larga trayectoria como Julia Tuñón, Clara Kriger, Ana Laura Lusnish y Andrea Cuarterolo, junto con muy apreciables trabajos de un grupo de jóvenes incorporados en fechas recientes a la investigación. En la transmisión de un ideal colectivo manifiesto en esta convivencia generacional radica, finalmente, otro de los motivos por los que debe celebrarse la aparición de esta obra.

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