"Me tentó la oferta. Algunas semanas en las Islas Canarias, gastos pagos, sol, playa y considerables beneficios"... El protagonista de esta novela no es policía retirado, ni detective privado, ni abogado, ni periodista. No tiene profesión, ni oficio. Tampoco es ladrón, estafador o asesino. De él sólo se sabe que es argentino y vive en España, pero de desconoce si es exiliado político o prófugo de la Justicia. De remate, no tiene nombre y carece de pasado. El tipo no usa pistola, ni reparte puñetazos. Es culto, escéptico, cínico. No es inmoral, ni amoral. Tiene una cierta ética, muy flexible, que no figura en los tratados griegos ni judeo-cristianos. Pero desde la primera página ya se sabe que su ocupación y preocupación es ganar dinero, especialmente si se trata de mucho dinero. Y se mueve como un caimán de aguas cálidas en esa delgada frontera que separa- o une- a los representantes de la ley y a los fuera de la ley. El primer cadáver aparece adentro de un aljibe. El siguiente, el ahorcado en una pocilga. Y el tercero, aparentemente víctima de una sobredosis de barbitúricos. Pero nada es lo que parece: todo se confunde en el mundo de los negocios, cuando se mezclan ambición y corrupción."

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