Ser lascivo durante los siglos XV y XVI significaba, según Corominas, ser sensual, juguetón. Luego la palabra fue ensombrecida al atribuírsele una intención pecaminosa y la expresión- esclavos de la lascivia- se volvió común, llegando a nosotros solo como una- propensión a los deleites carnales- y un- apetito inmoderado de algo-.En estos cuentos ilustrados de autores de Paraguay, Argentina, Chile, Perú, México y España, se retoman los significados originales de la lascivia, con encuentros eróticos en distintos tiempos y lugares, tanto de unos jóvenes voyeuristas en Asunción como de unos esposos que experimentan el intercambio de parejas en Barcelona y unos religiosos que hacen el amor en plena Basílica de San Pedro durante la elección de un nuevo papa.
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