Los compañeros nos cuentan lo que hicieron, como lo hicieron, con que enemigos se enfrentaron, con que amigos pudieron contar. No es una catarsis emocional, aunque es emocionante leer las páginas de este libro. Es una apuesta a la creación de un dispositivo autoanalítico. Es un hacer permanente y un permanente pensar sobre el hacer. Pero muy especialmente, permitir el pensar de otros sobre el hacer de ellos. Ellos encarnan un acto político y ético, y vuelven a unir lo que nunca debió separarse. Placer y trabajo. Trabajo intelectual y trabajo manual. Coordinación y horizontalidad. Táctica y estrategia. Lo importante y lo urgente. La dureza con el enemigo y la ternura con el amigo. Como el MTD no quiere reinar, tampoco pretende dividir.

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