La desesperación tiene su propio olor y es el que percibe Alfredo cuando llega a su casa el telegrama de despido del holding que compró la fábrica de cal en la que trabajaba. Nunca hizo otra cosa que picar piedras, seleccionarlas, quemarlas y hacerlas cal. En esta nouvelle, el autor pone en evidencia la sensación del hombre cuando pierde aquello que cree que es su única función en el mundo. Y cómo puede encontrar un respiro a ese vacío en el trabajo con el otro. En esta ficción, Fernando Agüero, hijo de un minero y una maetra de Malagueño, ofrece una mirada microscópica de lo acontecido en Argentina en la década de 1990, con la otra cara del proceso de privatizaciones que vivió el país: el fin de las empresas familiares.