“Algunas veces, cuando veo a niños jugando en la playa les deseo que sea ese su tiempo infinito. Todos tenemos un tiempo infinito que nos habita por dentro y al que podemos volver.
–No sé si tengo el mío.
–Entonces estás bien.
–O quizás antes estaba peor.
–Decile a tu hija Marina que mucho cuidado con ese novio. Que le puede tocar el futuro sin darse cuenta.”.
Una madre y un hijo juegan a las escondidas en el bosque, una mujer es la única sobreviviente de un accidente aéreo, un hombre descubre que aquello que ama es un monstruo, una pareja decide cambiar las reglas de su relación, un hombre emprende una tarea que parece imposible. Hay algo de lo que sienten estos personajes que se manifiesta en sus cuerpos, se apodera de ellos: los construye, los deforma, los hace desaparecer.
Escritos con belleza y voracidad, los relatos indagan sobre el vínculo entre el amor y el dolor, las contradicciones y los deseos, lo dicho y lo sugerido. Analía Sivak logra arrastrar al lector, lo convierte en testigo de una conversación íntima y nostálgica que atraviesa el libro, lo hila y lo resignifica, lo transforma en territorio para hablar de amor.
Julieta Villamil
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